La llegada de un bebé al hogar trae consigo muchas alegrías y también algunos desafíos, entre ellos, el cuidado de su delicada piel. Uno de los problemas cutáneos más comunes en los recién nacidos es la costra láctea. A pesar de su nombre, esta afección no está directamente relacionada con la leche materna, como a menudo se piensa, sino que tiene más que ver con factores hormonales y del desarrollo de la piel en los bebés. En este artículo, exploraremos en profundidad qué es la costra láctea, cuáles son sus causas, cómo tratarla adecuadamente y qué medidas preventivas se pueden tomar para cuidar la piel de nuestro pequeño.
¿Qué es la costra láctea y cuál es su causa?
- La primera hipótesis sugiere que las hormonas maternas que permanecen en la sangre del bebé después del parto pueden activar las glándulas sebáceas, lo que lleva a una sobreproducción de sebo. El sebo es una sustancia oleosa compuesta principalmente por grasas que normalmente ayuda a hidratar la piel. Sin embargo, cuando se produce en exceso, los corneocitos, que son células muertas en la capa externa de la piel, no se desprenden como deberían, sino que permanecen adheridos a la superficie de la piel.
- La segunda hipótesis se centra en la posible proliferación excesiva de un tipo de hongo llamado Malassezia, que es parte de la flora normal de la piel humana. En los bebés que desarrollan costra láctea, se postula que este hongo descompone el sebo, consumiendo los ácidos grasos saturados y liberando ácidos grasos insaturados. Estos últimos, al acumularse como residuos, podrían iniciar un ciclo continuo de producción de sebo y acumulación de células muertas en la piel del bebé, perpetuando así la condición.
Factores como el clima, la genética y la higiene también pueden influir en la aparición de la costra láctea. Por ejemplo, se ha observado que la afección tiende a ser más común en bebés que viven en áreas con climas fríos y secos, así como en aquellos cuyos padres tienen antecedentes de dermatitis seborreica u otros trastornos cutáneos.
Síntomas y diagnóstico de la costra láctea del bebé
Tratamiento y cuidado
Aunque la costra láctea no suele requerir tratamiento médico, existen varias estrategias que pueden ayudar a controlar los síntomas y promover la curación. Uno de los enfoques principales es mantener el cuero cabelludo del bebé limpio y bien hidratado. Se recomienda lavar suavemente el cabello del bebé con champú suave y agua tibia, evitando frotar vigorosamente el área afectada para no irritar la piel.
Además, se puede aplicar una pequeña cantidad de aceite vegetal, como aceite de oliva o aceite de almendras, sobre las costras antes de bañar al bebé para ayudar a aflojarlas. Después del baño, se puede usar un peine de dientes finos o un cepillo suave para eliminar suavemente las escamas sueltas. Es importante evitar rascar o arrancar las costras, ya que esto puede causar irritación y aumentar el riesgo de infección.
En casos más severos o persistentes de costra láctea, un médico puede recomendar el uso de champús medicados o cremas tópicas para ayudar a controlar la producción de sebo y reducir la inflamación. Estos tratamientos suelen contener ingredientes como el ácido salicílico o el ketoconazol, que pueden ayudar a eliminar las escamas y prevenir la recurrencia de la afección.
Prevención de la costra láctea
Pronóstico
En la mayoría de los casos, la costra láctea alcanza su punto máximo alrededor de los tres meses de edad, afectando aproximadamente al 70% de los bebés. Después de este período, suele disminuir gradualmente y desaparecer por completo alrededor del primer año de vida.
Sin embargo, alrededor del 7% de los niños pueden seguir experimentando síntomas incluso en su segundo año de vida. En estos casos menos comunes, la costra láctea puede persistir hasta los cuatro años de edad antes de desaparecer por completo.
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